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29 de dezembro de 2016

2016 isn't over yet...


2016 todavía me permitió leer:

- Cometas en el Cielo de Khaled Hosseini y...
- ... Gatos de Charles Bukoski.

dos libros muy distintos pero muy muy buenos (pronto os contaré más...)

13 de dezembro de 2016

Lecturas de 2016

Siempre me ha gustado hacer listas. Listas de Navidad. Listas de música para una hipotética noche de karaoke. Listas de los chicos más guapos con los que me quería enrollar en el instituto…

Bueno, y ahora, la lista de mis cinco lecturas preferidas de 2016, debidamente justificadas:




Orlando, El ábol, El filósofo y el lobo.

1) El árbol, de John Fowles.

Publicada en 1979, El árbol del novelista John Fowles, es un breve ensayo parcialmente autobiográfico sobre la relación entre naturaleza y creatividad.
Esta ha sido una lectura muy especial para mi: siendo hija única, educada entre el campo salvaje y el humilde jardín de mi abuela, la naturaleza ha estado bastante presente en mi infancia. De hecho, ha sido mi mejor (y única) amiga durante largos años.
Leer El árbol me hizo reconectar con mis raíces y comprender la influencia del mundo natural en mi proceso creativo. 
Al compartir la visión simbólica, casi religiosa, que el autor tiene de los bosques y de los árboles, me emocioné al leer, de forma tan clara y humilde, aquello que siempre supe: que debemos permitir que nuestro instinto nos guíe con libertad, tanto en la vida como en el arte. Lo recomiendo muchísimo.


2) El Filósofo y el Lobo, de Mark Rowlands

En la uni, me acuerdo de una clase de psicología en la que la profe nos preguntó cuán felices nos considerábamos, en una escala del 0 al 10. Claro que “cuantificar” la felicidad es ya un problema de por sí, pero lo extraordinario fue que nadie – NADIE – dijo un número superior a 7. ¿Qué pasa?
Seremos todos tan mediocremente alegres o ¿será que fuimos educados – quizás diseñados – para concebir el júbilo pleno como algo difícil y complejo, casi inalcanzable?
El Filósofo y el Lobo me hizo (entre muchas otras cosas) replantearme el tema de la felicidad y de su supuesta naturaleza intrincada: ¿será la felicidad de por sí inusual, o será que fuimos nosotros, símios calculadores, que le concedimos dicha cualidad?
La experiencia humana, en sí tan verosímil, se convierte entonces en el objeto de Rowlands que, al observar su fiel amigo peludo, comprende que “lo más importante en tu vida es la persona que eres cuando tu suerte se acaba”.
Si quieres una pequeña y rápida terapia, capaz de reavivar el espíritu lupino que guardas en algún espacio recóndito del alma, entonces este tu tu libro, ¡y Brenin (el lobo) tu guia!


3) Orlando, de Virginia Woolf
La playa, para mi, apenas se hace soportable si tengo un buen libro para entretenerme. (Deprimente, lo sé)
Este Verano en Portugal, mi compañía ha sido Woolf y su andrógino Orlando.
En esta sátira del género biográfico (de hecho, el subtítulo de la obra en el original era, justamente, "a biography"), en la que un joven aristócrata se transforma en mujer, la carga simbólica es tan evidente que, aunque se trate de fantasía, nos hace plantear alegatos poéticos sobre la vida, la muerte, la identidad y el género.
Obra rompedora del feminismo, Orlando representa (más allá de Vita Sackville-West) una perspicaz crítica al rol de género que no resulta para nada pesada o inaccesible, ya que juega con un interesante recurso que la autora maneja de forma excepcional: el humor.
Una obra curiosa, que nos habla de la inmutabilidad del alma al desnudar los prejuicios de la condición humana - imperdible, en mi humilde opinión.


4) Crónicas de Islandia, de John Carlin

Me enamoré de este libro en la bellísima Biblioteca de Babel (Mallorca), y lo acabé comprando en Barcelona, después de haberme arrepentido de dejarlo en la isla.
Quien me conoce sabe que estoy loca por Islandia y que llevo años soñando con pisar su suelo mágico… así que esta era, sin duda, una lectura obligatoria para alimentar mi obsesión.
Las Crónicas de Islandia, el mejor país del mundo, nos llega de las manos de Carlin, un periodista, escritor y guionista londinense con un historial de viajes envidiable.
El autor, que viajó por primera vez a Reikiavik en 2006 (y acabó por quedarse una década), va lanzado datos espectaculares en cada una de sus páginas: educación, sanidad, invención de la novela, los índices de lectura, en fin…todo lo que hace que Islandia sea aquel destino incorruptible que todos los políticos del mundo deberían visitar.
La madre de Eidur Gudjohsen (el fichaje islandés del Barça) advierte al autor recién llegado: “Islandia es un país único y asombroso. Ya verá”. Y él lo ha visto. Y lo ha redactado brillantemente. Espero que muy pronto me toque a mi.
Para los que no se sienten especialmente atraídos por el reino del hielo, no hay porque no leer este libro: lleva media tarde de sofá. Y seguramente acabarás buscando chollos a Reikiavik en Skyscanner (que no los hay, aviso).


5) Retratos, de Truman Capote

Retratos fue una bonita sorpresa que encontré perdida por casa (y que probablemente pertence a Ernest…¿?)
No es para nada el libro más conocido del periodista estadunidense, pero me atrevo a decir que es tan entretenido como otro cualquiera (y en esta línea recomiendo Los Perros Ladran, el único volumen donde podemos encontrar confesiones personales del autor. Aunque haya retratado una infinidad de personajes durante su vida, el más interesante sigue siendo, curiosamente, él mismo).
Maestro de las formas breves y gran observador, Capote nos ofrece perspectivas únicas de grandes nombres como Marloon Brando, Marylin Monroe e Elizabeth Taylor. Sin embargo, hay que advertir que algunos de los relatos pueden hacer caer mitos: las verdades duelen, no lo olvidemos.
Retratos es la prueba de que la cotidianeidad y la intimidad son terrenos muy fértiles (y decirlo siempre me recuerda el libro “Mejor que ficción” de Jorge Carrión, que también aprovecho para recomendar), y que la indagación detectivesca (y consentida) de celebridades puede constituir un trozo de arte en sí misma, aunque dicha indagación ni tenga una finalidad.
Es una lectura perfecta para personas observadoras, que tienen especial placer en leer y interpretar las palabras y gestos de los demás, en su esencia más pura.


2 de fevereiro de 2014

“o sexo serve de consolo para aqueles que não têm amor”



"Uma das superstições da mente do homem", observou Voltaire, é "imaginar que a virgindade pode ser uma virtude." Uma virtude aos olhos de quem vê, e para quem o objectivo é, paradoxalmente, ataca-la.
*

Depois de uma vida passada nos braços de prostitutas, um anónimo jornalista de 90 anos descobre o improvável prazer de contemplar o corpo de uma mulher virgem sem a urgência do desejo. “O teatro das nossas noites", chama-lhe.
Num cenário impregnado de imaginação febril e sensações novas, a cortina nunca desce. Para além do orgulho e da vergonha, um sentimento misterioso brota… trata-se do “início de uma nova vida numa idade em que a maioria dos mortais já morreu “.

A pedofilia e a prostituição infantil são abordadas de forma ténue e natural; não só porque esta é a triste realidade da época, mas sobretudo porque não importa. A beleza do primeiro amor faz com que se ignore a lei e a moralidade.
Afinal, perante tamanha descoberta, o que são 70 anos de diferança? Quem é que é vai franzir o sobrolho perante um afeto respeitoso e consentido?
O sentimento é quente e esperançoso: todos podemos encontrar um amor genuíno no momento mais inesperado. Até porque, no fundo, c
oincidimos (e tememos!) que "não há maior desgraça do que morrer sozinho."

Mas vejamos... para além de uma história promissora sobre as maravilhas do enamoramento, o que é que faz de As memórias das minhas putas tristes uma obra sublime?
Well, that dirty old man.
Este é um dos maiores personagens de García Márquez, quase equiparável ao louco romântico Florentino Ariza, cuja determinação para conquistar aos 70 anos a mulher que o rejeitou nos seus 20, impulsiona e alimenta toda a trama de Amor nos Tempos do Cólera.
Demente, sujo, solitário. Um personagem que se estima apesar do asco. Um velho imoral que vive para a luxúria sem matar o romântico incurável que nele ainda sobrevive (e aquelas cartas de amor?!) 90 é um número e não sinónimo de iluminação existencial.
A Lolita de traços indígenas também tem o seu encanto... Mas não existe d
esvirginamento mais profundo que o dos nossos sentimentos aprisionados numa idade em que se deduz que "já se viu de tudo..."


*

O filme…

A adaptação do livro ao grande ecrã foi lançada em 2011 pela mão de Henning Carlsen. 
O inominado protagonista é Emilio Echevarría – quem não se lembra do seu fabuloso papel em Amores Perros? - e a joven Delgadina é Alejandra Barros. Apesar deste improvável casal convencer o suficiente, a atmosfera do livro não é captada na plenitude (temo não ter argumentos concisos para explicar esta sensação…)
É uma bonita mas pobre adaptação. Seja como for, vale a pena. Mas depois do livro, sempre depois do livro.


Raquel Dias


30 de dezembro de 2013

why we LOVE Mr. Darcy

What is it that I love the most about Jane Austen? Easy: Mr. Darcy! Me and all of you, ladies.
According to an amusing poll made some years ago by the Orange Prize for Fiction, 1,900 women across the generations voted for Mr. Darcy as the man they would most like to go on a date with. 

So, let’s talk a little bit about this curious Darcy-effect and why two centuries later he is still The Man…

One of the reasons why Darcy remains so popular to this day is that he symbolizes the archetype of finding a diamond in the rough. His character is aphrodisiac. At first impression, he seems arrogant and unfriendly. Only the love of his life can bring out his caring and sugary side. And also, integrity is a very sexy attribute in a man! Along with intelligence and mystery… 
Besides - and very very important - he loves Elizabeth ARDENTLY. People don’t do anything ardently anymore. 
Now let’s think about how men react when they’re rejected… Most of them don’t give a fuck and go after an easier prey. Elizabeth turns Darcy down and he doesn’t stop loving her. He’s not resentful. He will wait. He’s a well-educated man. A little example: when he told Elizabeth about his feelings, she gave him a really painful speech: "From the very beginning - from the first moment, I may almost say - of my acquaintance with you, your manners, impressing me with the fullest belief of your arrogance, your conceit, and your selfish disdain of the feelings of others, were such as to form the groundwork of disapprobation on which succeeding events have built so immovable a dislike; and I had not known you a month before I felt that you were the last man in the world whom I could ever be prevailed on to marry."
Remember what he replied? “Forgive me for having taken up so much of your time, and accept my best wishes for your health and happiness”. Forgive me for having taken up so much of your time, and accept my best wishes for your health and happiness?! People, remove your hats, this is A gentleman. Never before have had women met a man who thrives so well under criticism. How could we not love it?
He provides Lizzie with romance and protection. I know, I know… The idea that we secretly want someone to protect us may seem horribly prehistoric but… it’s intrinsically hardwired. And come on, you wouldn’t mind that a hottie like Darcy came in your rescue. No one would!
Well, and let’s be honest here, he is handsome, rich and tall. Those three things are always going to stand the test of time. 
He changed for Lizzie, and he did it with glamour without betraying his authenticity. He’s a sexy arrogant loving gentleman who knows how to act before a woman.

Girls, it’s no wonder Darcy is fiction. And no wonder we’re still obsessed…



Raquel Dias

3 de setembro de 2013

os livros de Setembro

Depois de Jodorowsky, Freud e Erri de Luca segue-se:



- Fernando Pessoa, Crítica Literária
- António de Lobo Antunes, D'este viver aqui neste papel descripto
- William Shakespear, Selected Poems
- Charles Baudelaire, Os Paraísos Artificiais
- Jean Baudrillard, A Sociedade de Consumo
- Jean-Claude Carrière, A Força do Budismo

felicidade, felicidade!

8 de junho de 2013

Horrores de Poe

Por vezes são os livros que nos escolhem a nós. Atravessam-se no nosso caminho de forma inesperada, exigindo atenção e aproveitando-se das nossas evidentes debilidades... Isto aconteceu-me na sexta-feira passada. Despedia-me do bairro de Gràcia quando uma pequena livraria captou-me a atenção por evidentemente ter os dias contados. Exibia promoções inacreditáveis - o preço dos livros não ultrapassava os 3€, imagine-se...
Entrei sem grandes expectativas e, tal como suspeitava, tratava-se de uma daquelas livrarias atoladas de obras sem qualquer êxito que ficaram ignoradas nas prateleiras durante décadas. Proliferavam livros de reiki, bons hábitos alimentares, romances hiper cor-de-rosa, e guias de viagens seguramente desatualizados.
Dei uma rápida vista de olhos, na esperança de encontrar uma secção de poesia ou obras de renome...
Mas nada.
Quando já me encaminhava para a porta - isto após 1 minuto de observações desafortunadas - dei com uma coleção de pequenos livros de contos. No meio da pilha estava um Edgar Allan Poe perdido. Como poucos versos me fazem estremecer como o famoso "all that we see or seem Is but a dream within a dream", fui automaticamente absorvida pela descoberta. Li alguns parágrafos, deliciei-me no meu horror. (Quem já leu Allan Poe sabe ao que me refiro.) 3€. A carteira cheia de moedas. Estava destinado.
Hoje terminei o primeiro conto que se intitula "o gato preto" e sinto uma necessidade feroz de comentar o impacto que esta meia dúzia de páginas me causou. De certo modo fez-me lembrar um outro livro de contos, "Ojos de Perro Azul", de G.G. Márquez, que contém uma história assombrosa sobre uma jovem que relata o seu desvanecimento físico e que continuamente se refere a um "menino" que está enterrado por debaixo de uma laranjeira. Arrepio-me só de recordar. É algo que tenho de reler, de tempos a tempos, para reaver um pouco do prazer doentio em que aquelas frases me envolveram na primeira vez. É uma fascinação que brota de um temor suave e saboroso, uma laranja suculenta onde corre o sangue do menino, um homem de alma corrompida que enforca o seu gato no jardim.
O Gato Preto (1843) é um impressionante conto narrado na 1° pessoa e em forma de confissão. Sobre a influencia do suposto demônio da Intemperança, o protagonista começa a maltratar a sua esposa e os seus animais. Pluto, o gato que outrora fora o seu amigo predileto, acaba por tornar-se na principal vítima da história e o derradeiro assombro do homem.(No more spoilers.)
Não sei se é por ter um gato - e uma fascinação algo exagerada pela criatura - ou se por me sentir frequentemente curiosa quanto à degradação do espírito... a verdade é que esta história levou-me o coração à garganta.
Neste relato, o que impacta não é a conduta do protagonista mas sim a forma como ele assume - e convive - com os seus atos. A dada altura, a sensação é de que o sujeito é um mero observador e que nenhum dos acontecimentos o atinge diretamente. A ausência da moralidade é o que confere carga dramática a este conto - e praticamente a todas as obras de Poe. É precisamente isto o que aterroriza e fascina: a noção leviana da corrupção da alma. Crimes estranhos e simultaneamente familiares edificam-se de forma natural, progredindo rumo à obscuridade mais nefasta. É verdadeiramente perturbador assentir que não se trata de loucura e muito menos de um sonho. Trata-se de uma degradação assentida pelo personagem. O final da trama é fabuloso.
A revelação do monstro, através de um fantasma inesperado, desponta uma sensação de vingança divina, contra a qual o criminoso revela-se impotente. Fortemente demarcado por um destino algo irónico e surreal, o conto termina em linhas breves. Ler este relato foi uma experiência assombrosa.
Edmund Burke, autor da obra "Inquérito filosófico sobre as origens dos conceitos de sublime e belo”, que tanto inspirou Kant, escreveu a dado momento que "o horror é a condição essencial para o sublime". No caso de Allan Poe esta afirmação não poderia estar mais correta. Mas ainda mais curiosa que a capacidade de converter - ou elevar? - atrocidades ao estado de arte, é a nossa fascinação - e diria até agrado - perante a leitura de tamanhas brutalidades. São estes prazeres negativos – conscientes ou não - que fazem do espírito humano um enigma irresolúvel e fascinante.
Existe um inexplicável prazer na tragédia. E isto aplica-se até à tragédia pessoal. Poucos o admitem, mas creio que intimamente já todos saboreamos a deliciosa dor da catástrofe.
Jacques Cabau soube transmitir esta sublime capacidade de Poe num simples raciocínio: "O conto de Poe é o contrário do conto de terror clássico. Em vez de lançar um indivíduo normal num universo inquietante, Poe larga um indivíduo inquietante num mundo normal. Nada acontece ao heróio; ele é que acontece ao mundo".Assim funcionam os mecanismos de fascinação, através de uma familiaridade que nos escapa à superfície. A verdade é precisamente esta: em última análise, todos nos assemelhamos às personagens de Poe. Inseridos em realidades que não compreendemos ou apreciamos, acabamos por ser cada um, à sua escala e pormenor, a peça que não encaixa. Mas que piada teria se tudo encaixasse perfeitamente e não sobressa espaço para divagação, medo, enfim, para a adrenalina de viver inquietações?

Já cantava Caetano Veloso, "cada um sabe a dor e a delícia de ser o que é..."

E. Allan Poe, black cat, por Byam Shaw 




Raquel Dias

14 de maio de 2013

How i met... Paulo Coelho

Sem saber ao certo como ou porquê, desenvolvi uma estranha repulsa pelo popular autor brasileiro Paulo Coelho. Não sei se se na origem estariam as terríveis capas que a Pergaminho fez - e aqui estou eu a julgar um livro pela aparência, que coisa feia - se pelos títulos pouco sugestivos como "Diário de um mago", ou se pelo facto de algumas criaturas da minha turma de secundário afirmarem que o haviam lido, (o que me causava uma aversão automática, pois dada a inteligência dos indivíduos em questão, Paulo Coelho não poderia ser um génio da literatura...); o certo é que não, não queria ler. Depois, com o triunfo do facebook chegaram os faz-de-conta-que-li-e-que-sei, que começaram a postar frases - geralmente sobrepostas em imagens de uma estética penosa - supostamente ditas por celebridades e claro... quem haveria de ser um dos contemplados? o querido Paulo Coelho.
Isto devastou por completo a pouco credibilidade que, na minha perceção, o escritor tinha. Ora eu pergunto: alguma vez viram essas macacadas feitas com frases/fotos de autores como Maquiavel, Gustave Flaubert, Voltaire ou Dostoiévski? Exatamente. Eu confesso que padeço de uma certa "mania" de julgar as coisas por quem lhes acede. Ou pela popularidade que adquirem nas massas. Este é um motivo pelos quais eu odeio Nicholas Sparks e todos os autores que se apoiam em dramas corriqueiros para forçar a lágrima mais que previsível. O público geral, e especialmente as donas de casa sem grandes aspirações ou inquietações - essas que agora leem E. L. James - vêm nestes escritorezinhos algo muito profundo. Não. Aqui não há sequer um centímetro de profundidade. Experimentem ler Kafka, Camus ou Clarice Lispector.
(E com isto já me desviei do assunto...)
Para sustentar a minha opinião sem fundamentos decidi pesquisar o que se diz sobre o autor brasileiro. Encontrei críticas, artigos, fóruns de leitores, enfim... Informação aparentemente interminável. E para minha "alegria" li títulos como "Essa mediocridade chamada Paulo Coelho". O meu instinto parecia não falhar-me até que o impensável aconteceu: ofereceram-me um livro do Paulo Coelho. A pessoa em causa não conhece o meu gosto literário e está longe de sequer suspeitar desta minha antipatia pelo autor. Mar o mais curioso é que, segundo me contaram, a escolha deste livro foi tudo menos aleatória. Esta pessoa queria oferecer-me um livro e, sem saber ao certo que temas me interessavam, decidiu informar-se junto de uma grande amiga minha. Esta amiga por sua vez disse "oferece-lhe algo sobre a morte". Definitivamente não sei que ideia ando a transmitir às pessoas que me rodeiam. Mas julgo que isto está diretamente relacionado com aquela vez em que eu saí de casa apressadamente na esperança de ver o cérebro de um suicida que estava no meio da estrada. (quando lá cheguei já o corpo e o órgão já estavam cobertos... snif snif) Anyway. Quando dita pessoa se confrontou com o título "Verónica decide morrer" pensou, jackpot. Eu agradeci e admiti que tinha alguma curiosidade, sem mencionar, JAMAIS, o que realmente me passou pela cabeça: "não vou ler."
 Mas como eu sou a pessoa mais contraditória do mundo, acabei por levar o livro na mala e decidi dar-lhe uma oportunidade enquanto me deslocava para o trabalho. Manhã após manhã, a coisa foi-se tornando interessante...
Agora vejo-me obrigada a retirar tudo o que disse e pensei. Em certa medida. O facto é que este senhor não é definitivamente um génio da literatura. A ideia do livro é muito interessante e capaz de prender até pessoas pretenciosas como eu. Mas em termos de escrita, nada de fenomenal. Este facto fez-me repensar a minha própria forma de julgar a literatura. Afinal o que é mais importante, o formato ou o conceito? Será que podemos ter uma sem a outra e garantir uma obra de qualidade? Seja qual for a resposta, a verdade é que este livro me tem vindo a deliciar. Não só pela trama repleta de personagens peculiares, ou pela bonitinha mensagem que roça o "carpe diem", mas sobretudo porque tenho encontrado semelhanças alucinantes entre esta ficção e a minha realidade.
 O ritmo cardíaco de Marí, Zedka e as suas viagens astrais, cujas descrições estão em perfeita concordância com as recentes confissões de uma amiga, as preocupações, desilusões, medos e anseios profundos...
O tema principal do livro é o valor da vida; contudo, este é apenas o centro de um turbilhão de ideias bastante complexas, que, apesar de não estarem exploradas a um nível arrebatador, sugerem o suficiente para que se fique com uma pedra no sapato.
Talvez o encanto do livro seja mesmo esse, o espaço que o leitor recebe para fazer as suas próprias divagações...
Aquele típico conselho de "nunca digas que desta água não beberás" aplica-se perfeitamente nesta minha história. Pode parecer uma conclusão bastante elementar, mas no meu caso específico, foi uma bofetada bem merecida.



Raquel Dias

28 de julho de 2012

"O Estrangeiro", Albert Camus




Por causa do sol. Porque não chorou no funeral. Porque existiu um intervalo consciente entre o primeiro tiro e os restantes quatro.
Não existe lugar para Deus, para o arrependimento ou para uma lágrima; existe apenas absurdo.
Camus, Nobel da Literatura em 1957, apresenta-nos uma personagem estranha, livre de inquietações. Numa existência onde nada tem importância ou veemência, o silêncio é aceite apesar de incompreensível. 
Trata-se de uma obra perturbante. Estranhamente, Mersault conquista o leitor ao mesmo tempo que o desconcerta; o ser-se estrangeiro à própria humanidade constitui um elemento de reflexão que permanecerá como uma “pedra no sapato” face às reticências em que a história termina.
Não há como escapar à sedução que o estrangeiro exerce; a própria incompreensão do leitor solidifica esta mesma atracção, o que faz desta uma das grandes obras da literatura contemporânea, e de Camus um dos génios do absurdo, juntamente com autores como Franz Kafka.

 Raquel Dias

17 de outubro de 2011

"Fome", Knut Hamsun

Recentemente acabei de ler o livro “Fome” de Knut Hamsun, prémio Nobel da Literatura em 1920.
Confesso que me intriga e simultaneamente assombra que Hamsun tenha sido capaz de redigir uma história tão rica e complexa a partir de uma ideia aparentemente tão simples: a continua luta pela sobrevivência de um escritor na antiga Cristania (hoje Oslo).
O livro acaba por ser fabuloso tendo em conta o contexto da época e também a genialidade dos conflitos internos da personagem principal, bem como as suas divagações sobre as mazelas da sociedade.
Para apreciar um livro como este é necessário despir o hábito das narrativas compostas e entrar na pele da personagem; só assim é possível compreende-la nas suas constantes jornadas entre a lucidez e a demência e sobretudo admira-la pela arrebatadora esperança.
E com isto, recomendo o livro a leitores pacientes, capazes de encontrar o esplendor das linhas aparentemente tediosas.


Raquel Dias

2 de julho de 2009

Livro do Desassossego

(...)

Assim como lavamos o corpo deveríamos lavar o destino, mudar de vida como mudamos de roupa - não para salvar a vida, como comemos e dormimos, mas por aquele respeito alheio por nós mesmos, a que propriamente chamamos asseio.

Há muitos em quem o desasseio não é uma disposição da vontade, mas um encolher de ombros da inteligência. E há muitos em quem o apagado e o mesmo da vida não é uma forma de a quererem, ou uma natural conformação com o não tê-la querido, mas um apagamento da inteligência de si mesmos, uma ironia automática do conhecimento.

Há porcos que repugnam a sua própria porcaria, mas se não afastam dela, por aquele mesmo extremo de um sentimento, pelo qual o apavorado se não afasta do perigo.

(...)

São aves fascinadas pela ausência de serpente; moscas que pairam nos troncos sem ver nada, até chegarem ao alcance viscoso da língua do camaleão.



Bernardo Soares