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24 de março de 2017

faz verde faz azul

faz verde, faz azul, faz Primavera feliz. 
e eu, que sempre quis ser pássaro, passeio de mãos dadas com o vento. 
atento à neve, o olho difunde-se no horizonte. verde terra, verde barro. lama. 
as escamas caem, as guelras desaparecem: a montanha afugenta o peixe.
Pueblo sereno, feito poema, é pena… mas tenho de ir.

20 de janeiro de 2017

triste de uma forma sublime

O subtil ruído da chuva, quase muda,
a acariciar as janelas.

Um chá quente, de ervas e canela,
na ponta dos lábios.

O gato, tão sábio, que adormece
sem pedir permissão.

Uma multidão ausente, inventada,
nos bolsos de uma poeta ancorada
no sofá.

Hoje fico por cá.

Raquel Dias 
(feeling too tired)


17 de janeiro de 2017

Quito




De pequeña tenia una pareja de periquitos verde-esmeralda. El macho se llamaba Quito y era un excelente cantor.
Una noche, jugando con él (juego que consistía en perseguirlo con los dedos alrededor de la jaula) le arranqué, sin querer (¿o queriendo?), la pluma grande, esta que define el cuerpo de los pájaros y les aporta una cierta majestuosidad.

La oculté en mi habitación y me acosté preocupada. ¿Y si aquella pluma era esencial para el funcionamiento de sus órganos? ¿Y si sin su pluma él perdía el equilibrio, acabando por morir aturdido?
No podía dormir. Lloré en silencio y guardé la culpa en el corazón.

A la mañana siguiente Quito seguía vivo. Estaba un poco ridículo y pequeño sin su sublime cola, pero vivo y cantarín, igual que siempre.
Me fui a la escuela, contenta y aliviada.

Dos días después mi padre me llamó al salón. Quito había muerto. “Creo que estaba enfermo”, dijo. Me enseñó con tristeza la cajita de cartón donde reposaba el cuerpo de mi periquito preferido. “Mañana lo enterramos”.


Lloré. La culpa me martilleó toda la noche. Lloré en silencio, bajo las sábanas, porque no quería que mi padre descubriera mi culpa… no quería que supiera que yo había matado a Quito.

Han pasado unos 20 años desde este episodio y creo que todavía me siento culpable. Aunque consciente de que (probablemente) no tenga ningún sentido, la verdad es que... a veces me observo al espejo y veo una asesina de periquitos.

Bueno, y esto para decir públicamente: Perdóname, pequeño Quito. No quería dañarte.
Y que sepas que entiendo que enviaras a la cotorrita a cagarme encima el otro día. Justo en mi gorra verde-esmeralda.


Raquel Dias

10 de janeiro de 2017

às vezes é preciso sacudir a areia. cair nas teias de uma almofada morna.


lembra-te: a água da chuva purifica. a água do mar cura.

o coração bate depressa - é nesta praia que o mundo desvanece e é nesta prece que eu sucumbo: na casualidade artificial de encontrar-te  p r e c i s a m e n t e  aqui.
hoje preciso de ti, de (re)inventar-te num inverno do qual não faço parte.
espero a neve no areal. espero que o sal dissolva a mente. há gente que morre em teias de água em busca de uma mágoa menor.
(e quem pode culpá-los?)
as gaivotas cantam-me ao ouvido que um amor corrompido não é mais amor. sinto uma estranha dor nos dentes, quero gritar-te palavras indecentes numa língua que não conheces.
mas já o sol cai nas profundezas juntamente com a euforia - amanhã é outro dia. regresso a casa - à minha verdadeira casa - e adormeço no começo de um livro. às vezes é preciso sacudir a areia. cair nas teias de uma almofada morna. 


Raquel Dias

3 de janeiro de 2017

dias demasiados lentos e corações rápidos

Sinto as mãos inquietas. A urgência de escrever, de ser mais que isto. De ser talvez aquilo que um dia imaginei.
Guardo os olhos no chão. Caminho depressa.
Paro no café da esquina e bebo onde a sede não existe. Abro um livro que já li, numa página qualquer, invento uma mulher interessante.
Invisível e irresistível.
Sublinho linhas bonitas e invejo. Queria que fossem minhas.
Entretanto, o sol esconde-se por detrás dos edifícios. Dá-se o início do fim. O jardim morre devagar e dá lugar ao terror das sombras.
De mãos ancoradas nos bolsos, regresso. Atravesso os bancos vazios. As flores desmaiam. Os pássaros calam. Sinto-me também eu cansada.
Talvez do anonimato.
Talvez de submeter-me ao terrível ultimato de “ser mais que isto”.
Alguém aproxima-se e rompe o silêncio: “¿tienes fuego?”
(Será que tenho? Será que tenho alguma luz inata nas mãos? Ou será apenas ilusão, esta coisa do talento?)
Respondo: "no lo sé."
Guardo os olhos no chão.
Lembro-me que “o poeta vive a vida em dois tempos”. Dona do meu destino, ou pelo menos de uma metade, viro a face para a lua. “Y tú, ¿tienes fuego?” pergunto-lhe timidamente.
E ela mente ao dizer-me que sim.
Então percebo: para ser é preciso crer.
Sacudo os ombros e mudo de trajectória: sinto uma história a espigar das mãos desertas.
Será desta?


Raquel Dias

1 de janeiro de 2017

olá ano novo!


Para já, 2017 sabe a vinho do Porto. Tem o Algarve (sempre o meu Algarve) na ponta dos pés, Jorge Amado navegando pelos dedos, e um delicado alento a morangos gelados...


29 de dezembro de 2016

2016 isn't over yet...


2016 todavía me permitió leer:

- Cometas en el Cielo de Khaled Hosseini y...
- ... Gatos de Charles Bukoski.

dos libros muy distintos pero muy muy buenos (pronto os contaré más...)

22 de dezembro de 2016

"he mirado largamente el resplandor de tu ausencia"


Se acaba el año.
Sigo sin haber cruzado el océano. Sigo sin querer hacerlo. ¿Porque tengo tanto miedo a volar?
He dejado de sentir el olor del metro a las 6 de la mañana. Crecí, envejecí. Me cojo un taxi a casa y le pago con un billete de veinte.
Cumplo veinticinco años en Estambul. La ciudad me fascina y a la vez me da miedo. No quiero cruzar la plaza principal de Sultahamet. Miro las mujeres de niqab en los ojos, me esfuerzo por no sentir pena, no sé si es amor.
Mi abuelo muere. Veo por primera vez como se oculta la muerte en la tierra. Le compro un ramo de glixias teñidas de azul. Ni sé cuál era su color preferida.
Me dicen que tengo una bacteria en la barriga.
Me dicen que ya no tengo células precancerosas.
Empiezo a rechazar Barcelona, muy sutilmente. Me agobio, odio en silencio, tengo ganas de largarme, quizás de volver.
Escocia me hace muy feliz. Aprendo a apreciar el whisky y decido no volver a comer cordero. Esa tarde soleada, en la playa de Applecross, le he descubierto algún sentido a la vida (pero no os puedo contar cuál es).
Escribo más, sueño otra vez.
Decido cerrar algunos capítulos. Gradualmente empiezo a decir “no”, ¡qué liberador!
No pinto las uñas jamás, vendo mi ropa, me corto mi propio pelo con las tijeras de la cocina. Me empiezo a querer de forma diferente.
Las flores mueren y nacen en mi balcón. Algunas no tengo ni idea que son.
Me encuentro un gusano enorme, amarillo, bello y solitario… me hace sentir extrañamente feliz. La naturaleza me alimenta los sentidos.
Leo poco, pero tengo El Árbol de Fowles en los pies, que me llevan de paseo por Montjuic, por las cascadas de Foyers y por los románticos caminos de la Colline du Chateau como una niña, inocentemente feliz.
Observo mi cuerpo de mujer, consolidado y seguro, sé que nunca voy a ser mama. Mis pezones serán siempre apenas chupados por hombres inseguros.
Me compro una nueva libreta. Empiezo nuevos proyectos. Le digo a la gente que “tengo tanto que decir al mundo”.
Nadie me contesta pero seguiré hablando.
O escribiendo, que eso si es lo mio.



happy holidays!

16 de dezembro de 2016

this bird will die in my stomach

(on anxiety)

este pássaro vai morrer-me nas vísceras e verás
que eu sempre estive doente e em permanente embulição 

ainda que ninguém pudesse notar...